«La trampa de las alquimias financieras», por Juan Pérez-Carballo

La trampa de las alquimias financieras

La manipulación de los resultados empresariales es siempre peligrosa porque, al igual que las aguas siempre vuelven a su cauce y dejan al descubierto las miserias, las argucias en la gestión también se agotan y dejan al aire nuevos problemas.

Si la alquimia medieval buscó ilusoriamente encontrar la piedra filosofal para convertir cualquier metal en oro, la alquimia financiera es cualquier mecanismo no sostenible para mejorar aparentemente los resultados de la empresa a costa de deteriorar los de largo plazo. Cuando se descubra el ardid o se anule su efecto transitorio surgirán los problemas. Entre las principales alquimias financieras destacan:

  • Promover un crecimiento exagerado, desproporcionado con la tendencia del mercado y los recursos de la empresa. El aumento de la actividad reduce el coste unitario del producto: al repartirse los costes fijos de los recursos consumidos entre más unidades, cada unidad toca a menos. Pero si el crecimiento revierte, cuando cae la actividad se produce un efecto de ida y vuelta y cada unidad tocará a más. Le sucedió al sector financiero cuando, abducido por el objetivo de crecer, abrió excesivas oficinas que tuvo que cerrar posteriormente.
  • El endeudamiento desmedido, porque siempre es rentable tomar dinero a un coste inferior a la rentabilidad de invertirlo. Pero el endeudamiento solo es favorable si ese margen se mantiene y se puede cubrir el servicio de la deuda. Cuando cambie el mercado o suban los costes y la rentabilidad sea negativa o no se generen fondos suficientes, provocará incluso la insolvencia.
  • Las ventas con riesgo de anulación. Esto sucede, por ejemplo, si fuerza al canal para que anticipe o exagere sus pedidos. El canal puede aceptarlo si tiene la posibilidad de devolución o es débil, pero cuando acumule un stock excesivo reducirá sus compras e incluso devolverá el producto si puede, teniendo la empresa que anular la falsa venta.
  • El recorte de los gastos estratégicos, como los de I+D+i y apoyo a la marca, es fatal porque, si bien mejora la cuenta de resultados a corto plazo, deteriora las de los próximos años al ser esos gastos los que alimentan el futuro de la empresa. alquimias financieras
  • La financiación con los proveedores de las pérdidas o el crecimiento. Pero, si no se corrigen las pérdidas y se ajusta el crecimiento y la financiación permanente, la situación empeorará hasta reventar. La financiación forzada con los suministradores es una huida hacia adelante que, a veces, acomete la empresa distribuidora.
  • No cubrir el riesgo para ahorrar el coste de su cobertura, pero dejando a la empresa a merced de la fortuna. En algún momento se materializará alguna exposición importante deteriorando seriamente los resultados.
  • No invertir y descapitalizar técnicamente la empresa. Aunque los resultados inmediatos se beneficien de ordeñar el inmovilizado, cuando este se agote y haya que reponerlo el problema de financiarlo puede ser un serio tropezón para la continuidad de la empresa.
  • El pago de dividendos no sostenibles para aumentar temporalmente el valor de la acción. Cuando el cambio de las circunstancias obligue a recortar o anular ese dividendo excesivo, el precio de la acción se desplomará. Los accionistas de control apoyan a veces ese aumento del dividendo para compensar sus inversiones fallidas.
  • Por último, la más grosera de las alquimias financieras, la contable, adultera las cuentas y falsea las ventas, los costes o la deuda. Si no se corrige, el engaño siempre se descubre sobre todo cuando algún detonante lo destapa. Esta alquimia cuenta a veces con la complicidad de algún auditor innoble.

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La empresa tampoco tiene su piedra filosofal. Si bien la antigua alquimia fue precursora de la ciencia moderna, la financiera es antesala del fracaso empresarial. El resultado sano y sostenido no admite atajos, sino que es fruto de estrategias bien trabadas y del esfuerzo colectivo.

Juan Pérez-Carballo

Director del Máster en Dirección Financiera Next IBS

Por qué estudiar un Máster en Finanzas

Las finanzas se preocupan principalmente del crecimiento, la rentabilidad y el riesgo y se ocupan directamente del dinero, los procesos y la información. Son temas que atañen a cualquier responsable empresarial y que explican que las tres razones principales que apoyan estudiar un Máster en Finanzas sean por especialización, por complementariedad y por necesidad.

La importancia de especializarse en finanzas

Un primer objetivo del Máster en Finanzas responde al deseo de especializarse en esta función para profundizar en lo que ya se hace o para reconvertirse. Lo normal es que esta razón sea la habitual cuando la formación de base y la experiencia es en administración de empresas, pero también es válida para otros perfiles. Por ejemplo, los ingenieros, los matemáticos y los físicos cursan el Máster muy satisfactoriamente. Es muy útil también para el jurídico que busca la especialización financiera para ganar empleabilidad. Lo más importante no es tanto la mochila con la que entra cada uno como su firme determinación a aprender finanzas, una profesión siempre joven.

Las finanzas apoyan la carrera del no financiero

La segunda razón es por complementariedad. Es cuando se está en otra función pero se comprende que las finanzas son un requisito para la promoción profesional. Las finanzas son uno de los lenguajes principales de los negocios y cualquier responsable debe hablarlo para comprender sus resultados. Desde el director de empresa o de división, o quien aspire a serlo, al responsable comercial o cualquier gestor operativo han de manejarlo porque toda decisión de la empresa repercute antes o después sobre su situación financiera. Por ello el criterio financiero está presente en casi todas las decisiones no financieras y no puede olvidarse tenerlo en cuenta por ignorancia. Precisamente, los errores más graves nacen de la ignorancia porque se decide sin comprender lo que se pretende y desconociendo sus consecuencias.

Cuando las finanzas son imprescindibles

La tercera razón es por necesidad como es el caso del empresario/emprendedor. La gestión excelente de las finanzas no asegura el éxito pero su mala gestión sí garantiza el fracaso. El error financiero cuando la empresa nace y es débil, puede ser fatal. El empresario debe vacunarse para no caer en los errores de manual que vulneran las buenas prácticas empresariales y que se explican en cualquier Máster de Finanzas solvente. Además, la gestión financiera contribuye también a potenciar el crecimiento rentable de la empresa, controlando el riesgo. Ello exige formular los objetivos y las políticas financieras de gestión y ahí debe participar el empresario porque eso no es delegable como tampoco lo es el control de su propiedad.

Otras aportaciones de las finanzas

Además, el Máster en Finanzas tiene otras ventajas para quien lo cursa. Ayuda por ejemplo, a gestionar el patrimonio propio o familiar. También aporta capacidades de gestión muy valiosas, como analizar y resolver problemas, trabajar en equipo, comunicar y negociar. Enseña a pensar de manera distinta, con más método y amplitud, y a enfrentar los problemas con decisión y diferentes puntos de vista con el objetivo de indagar para comprender, porque solo lo que se comprende se gestiona atinadamente. Asimismo, toda empresa precisa una buena competencia financiera, todavía más en la era digital, lo que refuerza la empleabilidad de este Máster. Por último, ayuda al networking y a crear una red de colegas y amigos para siempre.

En resumen, hacer bien un buen Máster de Finanzas es una buena decisión y un paso firme para lograr una carrera profesional de éxito. Es una inversión muy beneficiosa para quien se esfuerza en aprovecharla.