«La precariedad de Forever 21», por Juan Pérez-Carballo

Juan Pérez-Carballo analiza la quiebra de Forever 21

Esta empresa de moda juvenil de bajo coste no acertó al cambiar su nombre original de Fashion 21 a Forever 21. En septiembre de 2019 se declaró en bancarrota para tratar de replantear su negocio.

Forever 21 se fundó en 1984 en Los Ángeles por dos inmigrantes coreanos. Desde una pequeña tienda de éxito emprendedor en esa ciudad, experimentó un fuerte crecimiento internacional. Llegó a vender 4.400 millones de dólares en su apogeo. Pero ahora, de sus más de 800 tiendas en 50 países cerrará casi la mitad.

Hoy es fácil identificar las causas de este desenlace. Algunas obedecen a problemas del sector como lo atestigua el cierre de miles de tiendas minoristas. Algunos analistas pronostican que el low cost se muere.

Entre las causas externas se citan la desaceleración económica y el empuje de la venta por Internet. Forever 21 no llegó a vender por este canal ni la quinta parte de sus ventas (Inditex de momento tampoco, pero está en ello). También acosa al sector el creciente mercado de segunda mano. Además, los millennials parecen rechazar el fast fashion de usar y tirar porque agrava la contaminación (es la industria más contaminante después de la petrolera) y por las condiciones laborales que implica. (La buena noticia es que los jóvenes buscan la sostenibilidad y rechazan el daño ecológico y los salarios miserables).

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Pero otras causas son internas de Forever 21, aunque habituales en muchas crisis empresariales. Entre ellas, el rápido crecimiento financiado con deuda, una elevada inversión en abrir locales enormes y caros (como la tienda de cuatro plantas en Times Square con más de 8.000 m2 y 151 probadores) y una diversificación poco rentable, forzada para dar uso al espacio disponible. Además, dañaron la reputación de Forever 21 algunos litigios por posibles violaciones de derechos de autor y copia de diseños.

También se critica la gestión endogámica de la familia propietaria que no dio entrada a gestores profesionales para dirigir la empresa en su nueva dimensión y complejidad. Como es habitual, un buen emprendimiento se agostó, en parte, por ignorar la buena práctica financiera. Un financiero competente hubiera ayudado a salvar Forever 21 y, en este caso, también a honrar su nombre.

Juan Pérez-Carballo

Director del Máster en Dirección Financiera de Next IBS