El final fue rápido. El 31 de marzo de 2019 el Grupo Thomas Cook declara pérdidas de mitad de ejercicio de 1.386 millones de libras de los cuales 1.104 corresponden a su inversión fallida de 2007 en MyTravel. El 12 de julio el Grupo anuncia que las negociaciones con los principales accionistas y bancos están muy avanzadas para recapitalizar la empresa. Espera una inyección de 750 millones de libras para reorganizarse. El 20 de septiembre las conversaciones van aún a buen ritmo, pero el 23 de ese mes se rompen y el Grupo insta su liquidación inmediata y deja de cotizar en el mercado londinense.
El Grupo Thomas Cook, inventor del paquete de vacaciones, tenía 178 años de historia. Se fundó en 1841 cuando en España se producía el fallido pronunciamiento conservador de una Borbón contra Espartero. En la actualidad operaba tres negocios con 21.000 empleados: el de viajes, con más de 20 millones de clientes al año, la compañía aérea, con unos 100 aviones, y el hotelero con casi 200 establecimientos gestionados con su marca y 555 tiendas. Las ventas superaban los 9.000 millones de libras. Un imperio de 2.000 millones de valor en bolsa apenas hace año y medio que cae por los pies de barro.
El éxito o el fracaso empresarial se dirime en los mercados de productos y servicios y así ha sucedido también con Thomas Cook. Su modelo de negocio analógico quedó obsoleto en un mundo ya digital. Su red de 500 agencias tradicionales sucumbió al efecto del Brexit sobre el gasto en turismo de los británicos y al acoso de las agencias online que con costes menores ganan cuota y reducen el margen. Ya la memoria del 2017 reconocía que la estrategia no daba resultados financieros, aunque el Consejo confiaba aún en su estrategia de crecimiento financiado con deuda.
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Pero el fracaso al final es financiero. El default del Grupo se declara en cuanto se aborta el plan de recapitalización y es imposible atender el servicio de la deuda, que se ha disparado hasta los 1.900 millones. Se tuvo la posibilidad de vender la aerolínea y su negocio hotelero, pero en septiembre de 2019 ya es tarde para salvar al turoperador.
El deterioro del mercado, el crecimiento, la deuda y alguna partida oculta que aflora, así como los elevados dividendos y los salarios de los dirigentes forman una mezcla explosiva que el financiero debe evitar a tiempo. Instrumentos tiene para identificarla y cada vez son más precisos. Un buen Máster en Finanzas enseña que una buena estrategia debe dar resultados satisfactorios y cómo el financiero contribuye al progreso y buena salud de la empresa.
Director del Máster en Dirección Financiera de Next IBS