Dónde colocar al controller de división

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Situar el control en empresas estructuradas por actividades ofrece características singulares, igual que cuando la distribución es geográfica. El departamento de control de la central convive con otros análogos en cada unidad. La situación se repite en las compañías holding: cada participada cuenta con su controller igual que la empresa matriz. En estas organizaciones la dependencia del controller de unidad influye sobre los comportamientos, las prioridades y la transparencia informativa. El controller de la filial o la división tiene una vinculación ambivalente. Por un lado, sigue las directrices funcionales del controller corporativo, quien dirige el control de gestión en toda la organización. Por otro, está más pegado al responsable de la unidad.

El controller de unidad debe seguir la política corporativa y, a la vez, asistir al gestor de la unidad. Este doble papel puede debilitar la contribución del controller a la gestión de su unidad y la comunicación con la central. Dónde colocar al controller de unidad ofrece opciones.

Que dependa del director de la unidad de actividad

Esto favorece al equipo gestor de la unidad, pero puede lesionar la relación del controller de la unidad con el de la central porque refuerza su fidelidad al responsable de línea. También afecta a la comunicación. Cuando se solicita directamente al controller de la unidad información delicada, este se enfrenta al conflicto de informar fiablemente y cuestionar la gestión de su superior. Con esta solución el controller de la central puede no estar informado de todo lo relevante que suceda en la unidad

La situación se agrava cuando, ante circunstancias delicadas de la unidad, su controller se cuestione informar al de la central, soslayando a su jefe inmediato. Si no lo hace y la central lo percibe, probablemente surjan otros canales de comunicación. Algo similar ocurre con las prioridades del controller de la unidad. ¿A quién atiende primero? 

Cuando depende del controller corporativo

Ahora el controller de unidad puede verse marginado por el resto del equipo al considerarle un intruso, un vigilante de la central. A veces, el encargado de asuntos internos. Ello debilita su contribución a la marcha de la unidad y la aportación del control. Además, esta alternativa promueve la centralización que, si bien puede ser eficiente, probablemente sea ineficaz por distanciarse de la realidad de la unidad.

El dilema del controller de división

El conflicto surge si no existen reglas claras. Su carrera profesional se verá comprometida por la relación de poder entre sus dos posibles superiores, más si tienen una actitud alfa. La dependencia confusa perjudica al conjunto de la empresa. La experiencia y empatía del controller de unidad le ayudarán a sobrevivir en el conflicto, pero esto no basta. Más bien, la dirección debe resolver el problema con precisión, definiendo los criterios que se deben aplicar y evitando que cada cual busque un equilibrio que le evite enfrentamientos. La solución debe aclarar de quién depende orgánicamente el controller de la unidad, cuáles son sus canales de comunicación y qué información periódica o por excepción debe trasmitir a la central, directamente o cursada por el director de la unidad. 

Algunos aspectos que se han de considerar

Primero, el grado de independencia de las unidades. Cuanto mayor sea la autonomía de la unidad de actividad más conviene que su controller dependa de su director. Así se refuerza al equipo gestor de la unidad sin dejar de aplicar las directrices de control de la central. También importa la coordinación. Si la rapidez y la fiabilidad para implantar las políticas de control son claves, es mejor la dependencia de la central. Por último, las situaciones de crisis y los hechos excepcionales que exijan actuar rápido favorecen la dependencia del controller corporativo.

La dirección acertada es la descentralización con control coordinado.

Lo recomendable es que en una organización descentralizada el controller de división dependa jerárquicamente de su director y forme parte de su equipo. A la vez, que mantenga una dependencia funcional del controller corporativo para asegurar la actuación coordinada del control de la gestión. 

Dr. Juan Pérez-Carballo 

Socio de Converthia, expertos en finanzas y control de gestión

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El controller y el control de gestión data driven

El controller y el control de gestión data driven

En control de gestión no basta la intuición. Si se ajusta un cinturón alrededor de un meridiano de la Tierra, su longitud sería de unos 40.000 kms (2 x π x R). Luego se alarga el cinturón 11 metros (un 0,00003%) para que levite a la misma distancia de la superficie terrestre en todos sus puntos. Por la holgura entre el cinturón y cualquier punto del meridiano podría pasar un ser vivo. Por intuición, sería poco más que un microbio bebé. Pero según advirtió el matemático Saaty, hasta un humano de 1,75 metros de alto pasaría erguido [2 x π x R + 11 = 2π x (R + h) y h = 11 / (2 x π)]. Además, sorprende que esa holgura no dependa del radio de la circunferencia. 

La intuición siempre importa, pero exige métricas

Por eso Galileo recomendaba medir lo que se puede medir y hacer medible lo que no lo sea. Desde hace tiempo se repite que el dato es el nuevo petróleo del siglo XXI. Que es para la era digital lo que ese hidrocarburo fue para la economía industrial. Ya aparece un nuevo puesto: el CMO (chief measurement officer). Además, como los números cantan, surge el data scientist para extraer conocimiento de los datos, identificar sus regularidades y desvelar las pautas que esconden.

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El controller y el fundamentalismo del dato

La obsesión por medir explica la idolatría por el control de gestión data driven. Nace del deseo de certeza, del temor a lo abstracto frente a la seguridad del número y lleva a despreciar lo que no se puede contar. Pero el dato no siempre es objetivo porque se sesga en su captura y en su interpretación. También puede buscarse el dato que interesa, desoyendo a Ramón y Cajal cuando pedía …la misma diligencia en buscar los hechos contrarios a nuestra hipótesis que los que puedan favorecerla.

El futuro es poco medible, pero es bastante gestionable 

No solo lo que se puede contar se puede controlar. Tampoco parece correcto el aserto pitagórico de que lo que carece de número no existe. El autor de El club de los poetas muertos ironiza sobre la obsesión por medir: …para comprender la poesía y determinar la calidad del poema proponía anotar su perfección… en la línea horizontal de un gráfico y su importancia en la vertical. El área así formada estimaría el valor del poema. 

El número ni razona ni actúa, aunque ayude a hacerlo

Medir ayuda mucho al controller, pero el sentido común, la iniciativa, la decisión, el liderazgo o la sabiduría ilustran la dificultad de cuantificar todo. La alegría o el pensamiento no se pesan. Según Newton se puede medir el movimiento de los cuerpos, pero no la estupidez humana. Para Einstein no todo lo que puede medirse cuenta y todo lo que cuenta no necesariamente puede medirse. El controller precisa más esfuerzo por razonar y comprender que por calcular. En control de gestión las ideas deben dominar sobre los números y la acción sobre los cálculos, aunque todo se apoye. Al igual que la estatua iluminada por varios focos tiene muchas sombras, el controller se enfrenta a muchas perspectivas que no debe difuminar el control de gestión tipo data driven.

Dr. Juan Pérez-Carballo Veiga
Director del Máster en Control de la Gestión Empresarial y del Máster en Dirección Financiera

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